viernes, 1 de noviembre de 2013

Cinco Minutos

Jugábamos a ser convencionales. 

Y nos metíamos en la cama dándonos la espalda, cerrados los ojos, pretendiendo estar dormidos. Hasta que nuestras pieles se rozaban despertando el fuego que nos quemaba por dentro. Y acabábamos en un amanecer de sábanas revueltas, sudor, saliva y ojeras. 

Jugábamos a ser convencionales 
durante cinco minutos.